En el número 116 de la revista “Prensa Ibérica. El progreso de las ciencias y de sus aplicaciones”, publicada el 16 de diciembre de 1916, encontramos una descripción detallada de las salinas de Cabo de Gata, en el post anterior reproducimos el artículo de un señor que atiende al nombre de Adelchi Garzolini. ¿Quién era este señor?

La revisión de la documentación referida a las salinas de Cabo de Gata nos permite identificar a un señor de apellido italiano. Nos resulta fácil encontrar una reseña biográfica en el Diccionario Biográfico de Diputación de Almería.

Posiblemente, la reseña esté firmada por su nieta, si atendemos al nombre de su autora y al detalle de la biografía que se refiere a sus dos hijas. La autora es Beatriz Bravo Garzolini. Reproducimos a continuación la citada “reseña” sobre la vida de Adelchi Garzolini Lechner, nacido en Trieste en 1885, fallecido en Almería en 1980). La fotografía que mostramos procede de la misma fuente.

“Combina la técnica del arquitecto, la sagacidad del diplomático y la sensibilidad del artista. Nacido en un territorio disputado por Austria e Italia, él mismo fue hijo de madre austriaca, Anna Lechner, y padre italiano, Giuseppe Garzolini; fue pintor por tradición y por vocación. En su numerosa familia muchos pintores (Giuseppe, Ciro, Inés…) llevaron el apellido Garzolini y su hogar disfrutaba de la amistad de los artistas triestinos o visitantes que se reunían en torno a Giuseppe. En su formación contaron tanto las tareas escolares como las enseñanzas de dibujo o pintura en el taller paterno, pasando después a la Escuela Superior de Industria, donde se graduó en Arquitectura en 1907. Alternó su trabajo de arquitecto con su vocación de pintor, realizando edificios para escuelas en Trieste, por una parte, y, por otra, una serie de obras de paisajes y rostros familiares.

Su relación con Almería obedeció a razones familiares, ya que su tío, Antonio Garzolini, ingeniero, había venido a esta ciudad atraído por la prosperidad económica de mediados del XIX, siendo director de las salinas de Cabo de Gata. La distancia nunca borró la relación entre ambas ramas familiares, pues incluso el padre de Adelchi había viajado a Almería en un accidentado viaje que narró en el delicioso libro Ricordi di Spagna (Milán, 1877). En 1910 fue contratado para proyectar un conjunto de viviendas en la localidad tarraconense de Flix. Un barrio que se llamó Garzolini. El estallido de la Primera Guerra Mundial frustró sus planes de regreso a Italia, viajando a Almería en ese complicado año de 1914.

Su matrimonio (1918) con María Acosta Garzolini y su posterior nombramiento como director de las salinas de Cabo de Gata y Roquetas lo vincularon definitivamente a Almería, donde nacieron sus hijas Carmen y Marita, y donde fue cónsul de Italia hasta casi el final de su vida.

En Almería siguió pintando. Poco a poco, los verdes prados de la lluviosa Trieste dieron paso a las cálidas tierras mediterráneas, pletóricas de sol y pobladas de blancos cortijos. Los artistas locales (Gómez Abad, Perceval, Cantón Checa, Capuleto, Alcaraz) fueron sus amigos. Con alguno de ellos acudió a certámenes, destacando su participación en la Exposición Provincial de Bellas Artes de Almería de 1934 (en la que obtuvo la medalla de plata) y en la Exposición Indaliana celebrada en el Museo de Arte Moderno de Madrid (1947). Sus múltiples responsabilidades le impidieron una total dedicación a la pintura, a pesar de lo cual expuso en Madrid, Barcelona, Lanjarón, La Coruña y, por supuesto, Almería, donde colgó sus obras por última vez en 1973, cuando contaba 88 años.