En este recorrido de Almería a Levante nos hemos detenido frecuentemente para ver el momento que han fijado las fotografías.

La playa, hasta el siglo XIX frontera, se convierte desde la década de los sesenta del siglo XX en un reclamo.

Al reclamo de la costa como lugar de baño y esparcimiento se suma el interés por destacar elementos del patrimonio cultural y, dentro de este, elementos del patrimonio etnográfico. Entre estos elementos, la pesca siempre se ha considerado una actividad de interés para las personas que nos visitan.

En otras fotografías de otras publicaciones hemos observado infraestructuras que permitían embarcar el mineral, haciendo uso de un cable aéreo.

Muchas de ellas han mostrado el interés que el Ministerio de Información y Turismo puso en la promoción turística del litoral que va de Almería a Levante.

Entre los fotógrafos contratados por el Ministerio de Información y Turismo nos encontramos con Carlos Pérez Siquier, el desaparecido fotógrafo almeriense, uno de los precursores del movimiento AFAL (acrónimo de Agrupación Fotográfica Almeriense), movimiento que desde 1956 integra no solo a fotógrafos almerienses. En su revista se publican obras de lo más granado del panorama fotográfico español de la segunda mitad del siglo XX.

Uno de los fotógrafos que participa en este movimiento es Francesc Catalá Roca, Premio Nacional de Artes Plásticas, y autor de miles de fotografías que iban desde el encargo artístico para ediciones o catálogos arquitectónicos a fotografías que se acercaban al realismo mágico que vemos también en la obra de Pérez Siquier, Oriol Maspons, Ramón Masats, Miserachs, Colon, Oubiña y, más recientemente, en García Rodero.

A Catalá Roca me he referido en otras publicaciones que cubrían otros objetivos, conmovido por la fotografía de Carbonerillo o prendado por la fuerza narrativa de una fotografía de una sastrería de la España de los sesenta, comparándola con un escaparate parisino de Louis Vuitton.

Sin embargo, la fotografía que me trae aquí muestra el extremo occidental del puerto de Almería en el año 1962, fotografía que toma contratado por el Ministerio de Información y Turismo.

En ella se ve el trabajo sobre embarcaciones de madera de carpinteros de ribera, el varadero, la antigua lonja de pescado, la iglesia de San Roque, tinglados del puerto, barcas varadas, barcos de pesca atracados, redes extendidas…

En la misma fotografía se observan alineados unos palos de madera que parecen querer prolongar el tendido eléctrico, también unos bloques de hormigón que darían forma a uno de los muelles de la actual dársena pesquera.

Como siempre, La Alcazaba corona la estampa del puerto de la ciudad, de forma más evidente en su extremo occidental.

Entonces no se hablaba de proyectos puerto-ciudad. La ciudad se encontraba a diario con su puerto y el puerto era parte de la ciudad.