Cristina nace y crece en Carboneras, pero nunca vinculada a la mar ni al pescado tan siquiera, pero si la familia de su marido. Con ella, especialmente de la mano de su suegra, aprende todo lo necesario para sacar adelante la empresa familiar; un barco de arrastre.
Cristina asume las responsabilidades administrativas y de funcionamiento del barco: despachos, facturas, certificaciones, averías, etc. Lo que siempre han hecho las mujeres de la mar, desde tierra, hacer que el barco pueda faenar.
Cristina ayuda a la descarga del barco y mete el producto en lonja para que comience la subasta. Es ahí donde empezó a plantearse que quizá sería una oportunidad montar una pescadería. Y lo hizo: “Pescadería Cristina”. También esta vez se apoyó en la familia para poder continuar con todas las obligaciones del barco y la casa. Su madre se puso al frente de la pescadería y Cristina compra, reparte y atiende pedidos. Así se hacen los equipos.
A pesar de su juventud, o quizá justo por ella, Cristina sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan y no teme “embarcarse” en cualquier iniciativa. Tiene ansia de vida, y la vive “a tope”.