Hija y nieta de arrieros, nunca pensó en dedicarse a esto, pero la vida a veces nos lleva a lugares que no pensábamos, y es allí donde somos felices.
Rosa siempre tuvo relación con el pescado porque su padre se dedicaba a la venta del pescado, y rara vez se libraban ni ella ni ninguno de sus hermanos de tener que echar una mano en algo.
El negocio familiar fue cambiando y su padre abrió un local, pero Rosa seguía sin pensar que esto sería su futuro. Por esa época ella ya estaba trabajando en otros sectores y estaba feliz.
El negocio familiar iba bien y se fue ampliando. Su padre se apoyaba en su hermano que parecía ser quien continuaría con él. Pero una hermana de Rosa sí que quería dedicarse a esto y su padre la abrió un local para ella. Sin embargo, un accidente impidió el plan inicial y Rosa tuvo que dejar su trabajo para sustituir a su hermana en el nuevo local. Así fue como Rosa se puso al frente de una pescadería.
Lo que iba a ser provisional se convirtió en definitivo con el tiempo, y Rosa descubrió que se encontraba muy a gusto en este mundo. Tenía el conocimiento que había adquirido en su casa y el que fue ganando con la experiencia propia y el trato con la clientela le encantaba.
Cuando su padre se jubila, es su hermano quien se queda al frente de los negocios, pero Rosa ya no quiere irse a ningún otro sitio. Se queda al frente de una pescadería donde se siente feliz.