GARRUCHA. Embarcaciones de artes menores.
POR LA MAR CHICA DEL PUERTO.
En Garrucha el puerto pesquero no es el final de un camino sino parte del mismo, no es un lugar al que nos dirigimos, es un espacio que sale a nuestro encuentro. Desde cualquier perspectiva resulta difícil distinguir la trama urbana del área portuaria. El puerto pesquero es escenario urbano y pasaje de un paseo que no deja indiferente.
Los nuevos usos dieron forma a nuevas necesidades, modificando sustancialmente el paisaje, junto al puerto pesquero un puerto deportivo y un puerto mercante que ahora se amplía.
El amarre de la flota el fin de semana o su llegada al caer la tarde son momentos que permiten disfrutar del paisaje portuario y, especialmente, de la flota pesquera que forma parte del mismo, descubriendo sus principales singularidades.
El arraigo pesquero de Garrucha resulta evidente: laudes, traíñas y otras embarcaciones de artes menores han constituido la flota de Garrucha. A mediados del siglo XX comienzan a botarse en Garrucha barcos de arrastre, barcos que se especializan en la pesca de la gamba roja. Los barcos de artes menores van perdiendo peso en la flota pesquera de Garrucha.
Para conocer la realidad de la menguada flota de artes menores garruchera, nos citamos en el puerto pesquero con dos pescadores en activo, el último eslabón de dos familias de pescadores.
En el muelle de la lonja y en su cuarto de pescador, Alonso Quesada, patrón de la embarcación de artes menores Quesada Molina, nos explica los tipos de artes que emplea, la cercanía de los caladeros que el Mediterráneo propicia en Garrucha, de las enseñanzas que pasan de abuelos a padres, de padres a hijos…
En el pantalán de levante, Miguel González, patrón del Nuevo San Francisco, Miguel nos explica su rutina de trabajo, la sucesión de embarcaciones familiares hasta llegar al actual Nuevo San Francisco, también nos explica en qué consiste la retribución «a la parte».
Miguel y Alonso nos explican la distribución de sus embarcaciones con un lenguaje que llama nuestra atención.
El puerto de Garrucha, como otros puertos, ofrece un paisaje que resulta atractivo y que invita a descubrir la realidad que encierra.
Ahora ocupan la vista unos cuantos barcos de artes menores y menos de una decena de vacas o barcos de arrastre.
Una imagen muy distinta a la que ofrecía el puerto hace ahora medio siglo.
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