Sin embargo, el objetivo de Roberto Arranz no era la localización de atractivos de turismo industrial, sino el de playas que se poblaban por lugareños y por unos turistas que, cada vez en un mayor número, descubrían las bondades del lugar.
Estas fotografías nos muestran dorsos masculinos desnudos, trajes de baño femeninos que recortan sus dimensiones, personas que aún siguen pisando la arena vestidas de calle, toldos de lona y madera que combinan con sombrillas que ahora nos parecerían pesadas, niños que, como los de hoy, juegan a ser niños meciéndose con las olas o jugando en la arena, también entre las rocas.
En la orilla de la playa garruchera embarcaciones que nos recuerdan la importancia de la pesca en el paisaje de Almería a Levante.
Como incógnita, como juego, también como enigma, nos queda pensar sobre el origen y el destino de las personas que ocupan las playas de Terreros y de Garrucha. Uno imagina que algunos ya emigraron, que otros planteaban hacerlo, incluso en aquellos que planteaban un retorno al albur de las oportunidades de esos veranos que parecían abrir una puerta a la esperanza.
Entre los bañistas, posiblemente, turistas que encontraban playas con horizontes de 360 grados, exentos de tecnología y realidad virtual. Turistas que, más de medio siglo después, volverían a divisar estas playas desde torres y viviendas que confunden la conquista del espacio con su ocupación, dando forma a esa paradoja en la que el litoral antes defendido y desolado pasa a ser espacio anhelado.
Era el año 1965 y el panorama musical ofrecía una secuencia en la que los Rolling Stones creaban ese himno a la frustración que es «Satisfaction«, Bob Dylan tiraba de recursos y de inspiración cínica en su «Like a Rolling Stones», The Beatles pedían ayuda con su «Help» y en el panorama patrio, con su «Chica ye-ye«, una jovencísima Concha Velasco mostraba el gusto por los nuevos ritmos de una España que, aún gris, buscaba un nuevo brillo.
Como colofón, The Who lanzaba una oda a la libertad generacional en su éxito «My generation»
Sí, eran nuevos tiempos, tiempos en los que un fotógrafo del Ministerio de Información y Turismo se fijó en las posibilidades turísticas de nuestro litoral, tiempos en los que, como entonces cantaran «The Beatles», no éramos tan jóvenes como lo somos ahora.